domingo, 1 de abril de 2018

Guías de lectura.


PROMETEO

Cuando Júpiter se hizo dueño del Olimpo, tuvo que sostener una lucha encarnizada contra los Titanes, descendientes de Titán, en quienes recaía el derecho del cielo, según el convenio que Saturno, padre de Júpiter, había hecho con su hermano Titán. Uno de esos Titanes era Prometeo, el más audaz y el más inteligente de todos. La Tierra estaba sólo poblada por seres superiores. No había aparecido aún el hombre, cuando Prometeo lo concibió en su privilegiada inteligencia: modeló de barro un cuerpo perfecto y, arrebatando un poco de fuego del carro del Sol, se lo comunicó a esa obra maestra y la dejó animada de vida.

Júpiter maravillóse al conocer al hombre: pero quedó muy receloso, al mismo tiempo, ante la obra de su enemigo Prometeo. Ordenó a Vulcano que formase una mujer para dársela como esposa al artista, y resulto realmente de una habilidad insospechada. La llamaron Pandora, porque era un conjunto de bienes: poseía una belleza extremada: sabiduría, con que la galardonó Minerva: elocuencia, que le concedió Mercurio, y una especial disposición para la música, que fue el regalo de Apolo. Júpiter fue quien le hizo el regalo más trascendental: una caja cerrada, con todos los males que más tarde abatirían a la Tierra (guerras, enfermedades, dolor, hambre y desastres de todas clases). Pandora fue llevada ante Prometeo con todos estos presentes. Su apariencia no podía ser más agradable: bella, joven, lozana y adornada de las mejores cualidades Pero Prometeo, inteligente en extremo, recelo del regalo de Júpiter y decidió, a pesar de todo, permanecer sin compañera. Pandora fue entonces presentada a Epimeteo, quien, a pesar de las reiteradas advertencias de su hermano Prometeo, no pudo negarse a recibirla una vez que la vio. Pandora abrió su caja y entonces se extendieron por el mundo lodos los males de que los hombres son hoy víctimas, y que eran desconocidos hasta entonces; tan sólo la Esperanza quedó sin salir del cofre. Prometeo se indignó de la crueldad de Júpiter, y para vengar aquella mala acción le sacrificó dos loros, iguales en apariencia: pero el uno tenía solamente piel y huesos, mientras que el otro contenía la carne de ambos. Le pidió que eligiese uno, y Júpiter tomó el toro hueco. Y al darse cuenta de la afrenta a que Prometeo lo había expuesto, lo condenó a permanecer atado en la cima del Cáucaso, mirando al cielo, mientras un buitre le devoraba las entrañas, que, para mayor tortura, se le renovaban continuamente. Así estuvo Prometeo soportando los más terribles dolores durante treinta mil años. Pero Hércules, compadecido de las angustias de Prometeo, subió a la cumbre del Cáucaso y, matando al negro buitre devorador, puso fin a las torturas del célebre Titán.

Responda por escrito las siguientes preguntas de comprensión de lectura sobre el mito de Prometeo.
1. ¿Qué debió hacer Júpiter cuando se hizo dueño del Olimpo?
2. ¿Por qué Júpiter luchó contra los Titanes?
3. ¿Quién era Saturno?
4. ¿Quién era Prometeo?
5. ¿Qué creación se le atribuye a Prometeo?
6. ¿Qué reacciones tuvo Júpiter al conocer al hombre?
7. ¿Quién era Pandora?
8. ¿Cómo era Pandora física y espiritualmente?
9. ¿Cuál fue el regalo de Júpiter a Pandora?
10. ¿Con qué objeto Júpiter ordenó la creación de Pandora?
11. ¿Por qué Prometeo no quiso casarse con Pandora?
12. ¿Con quién se casó Pandora?
13. ¿Qué ocurrió con la caja que le fue obsequiada a Pandora?
14. ¿Qué fue lo único que no alcanzó a salir del cofre?
15. ¿Que hizo Prometeo para vengarse de Júpiter?
16. ¿Por qué Prometeo quiso vengarse de Júpiter?
17. ¿Cuál fue el castigo que Júpiter dispuso para Prometeo?
18. ¿Por qué Prometeo fue castigado por Júpiter?
19. ¿Cuánto tiempo duró el sufrimiento de Prometeo?
20. ¿Quién puso fin a ese sufrimiento y cómo lo logró?

LLACOLÉN

En la Laguna Chica de San Pedro, agua y tierra indias, vivía el toqui Galvarino con su hija Llacolén,  joven princesa araucana de belleza indiana. Era de largos cabellos castaños que se los batía el viento cuando corría en medio de la selva o el agua se los distendía al nadar en la laguna.

Era hija predilecta del gran toqui y la estirpe araucana estaba latente en su gracia. Era arrogante su andar y su espíritu pronto a estallar.

El gran toqui un día pensó que la hija debía casarse y entró en conversaciones con el cacique Lonco, que tenía  soltero a su hijo Millantú,  mozo como de bronce y ancho pecho, que se había distinguido por su valor en varias batallas.

Ascendencia y linaje comprometieron a Llacolén con Millantú. El orgullo y valentía de Llacolén se sintió herido por la elección de su padre; ella mandaba su odio y su amor. Le habría gustado ser elegida y no convenida.

Pero ella acató la voluntad de su padre.

Mientras, el invasor era resistido en lo espeso de las selvas y el choque se hacía violento entre espadas y mazas. La tierra se teñía de sangre de español e indio.

La conquista se hacía recia y el araucano, indomable.

Llacolén veía partir a la guerra a los mocetones por lo espeso de la selva.

Y en medio del bosque, como siempre, iba a nadar largas horas a la laguna. Allí esperaba y soñaba.

Un día fue por un apuesto y gallardo capitán español que a las órdenes de don García Hurtado de Mendoza se encontraba en las nuevas tierras.

Vinieron las entrevistas y nació el romance. El amor los empezó a abrasar. Fue un amor que en ambos creció.

En Llacolén había surgido el amor anhelado, distinto de aquel impuesto por la voluntad de su padre y la tradición.

Un día en alas del viento llega la noticia de que Galvarino, en singular combate, ha caído prisionero y que el gobernador García Hurtado de Mendoza había ordenado cortarle las manos para atemorizar a los indómitos hijos de Arauco.

Dicen que Galvarino soportó serenamente el atroz suplicio y, aún más, alargó la cabeza al verdugo para que también le fuese cortada.

Una vez terminado el castigo y puesto en libertad, amenazó a sus victimarios y corrió a juntarse con sus compañeros para excitarlos a la venganza. Estos, lejos de escarmentar, al poco tiempo le presentaban batalla a los españoles, bajo el mando de Caupolicán y entre los prisioneros se cuenta Galvarino, quien durante la lucha se batió valientemente a pesar de faltarle ambas manos, siendo después ahorcado junto con otros aguerridos araucanos en los árboles más altos de un bosque vecino al campo de batalla.

La hermosa Llacolén no supo entonces si amar u odiar a todos los invasores. La desazón y la duda la invadían. Con su alma atormentada y en la mayor desesperanza, fue a buscar la tranquilidad que le faltaba, en medio de la selva, junto a la laguna.

La noche descendía con su oscuridad, lentamente, como envolviéndola, como escondiéndola, hurtándola de su tragedia.

Y apareció la luna.

La noche y la luna fueron rotas en su silencio de paz, de armonía espiritual. Al galope de su caballo llegó el capitán español, que con palabras de amor y consuelo quería ahuyentar todo pensamiento perturbador de la mente de la joven.

Mientras, Millantú, desesperado, buscaba a su prometida. Guiado por el instinto y la selva, penetro en la espesura del bosque y dio con ella.

Los celos y la traición de Llacolén hicieron presa de Millantú, y obligaron al capitán a entrar en violenta lucha. La espada y la maza se cruzaron innumerables veces hasta que, heridos de muerte, rodaron sobre la hierba los dos cuerpos sin vida.

La luna se abre paso a través de la maraña espesa y platea con sus rayos las aguas de la laguna.

Trastornada, Llacolén busca refugio eterno en las profundas y serenas aguas de la laguna.

Responda por escrito las siguientes preguntas:

1. ¿Dónde vivía Llacolén?
2. ¿Quién era el padre de la joven princesa araucana?
3. ¿Cómo era físicamente Llacolén?
4. ¿Qué características espirituales de Llacolén se mencionan?
5. ¿En qué consistió el acuerdo entre el toqui Galvarino y el cacique Lonco?
6. ¿Qué reacción tuvo Llacolén ante este acuerdo adoptado?
7. ¿Qué dificultad enfrentaba el pueblo araucano en ese tiempo?
8. ¿Cuál era el refugio al que solía concurrir Llacolén?
9. ¿Qué le ocurrió allí un día?
10. ¿Cómo fue el amor que surgió en el corazón de Llacolén?
11. ¿Qué le sucedió a Galvarino y cuál fue su actitud frente a lo sucedido?
12. ¿Qué hizo Galvarino una vez recuperada su libertad?
13. ¿Quién mandaba las tropas araucanas?
14. ¿Qué suerte corrieron Galvarino y otros araucanos luego de la batalla?
15. ¿Qué ocurre en el espíritu de Llacolén al enterarse de la noticia?
16. Describe el ambiente natural del refugio buscado por Llacolén.
17. ¿Qué personajes interrumpen ese ambiente?